En el territorio Mara-Mao un hombre moldea el mundo a través de sus sueños.



sábado, 21 de febrero de 2015

UNA PLEGARIA


 Pillipo, niño viejo,
desamparado ángel,
serafín desvalido,

ojalá recuperes
los dones y la gracia
y vuelvas a volar en sueños
en las naves del templo,
como un ave extraviada
sobre las tonsuradas
cabezas de los fieles;
ojalá recuperes pronto
los poderes perdidos,
y vuelvas a soñar
con camellos fantásticos
-poderosos emblemas de la suerte-,
y una hermosa hechicera nuevamente
acuda a rescatarte en la cueva encantada.
















(El perro ladra al cielo constelado
-Aldebarán y Vega, Orión y los Gemelos-.
La primera pareja del origen
en torno a un corazón junta sus manos.
Las muñecas diabólicas ríen a carcajadas
mientras los santos rezan
sus plegarias inéditas.
El viento de la tarde
atraviesa las fauces
de las fieras custodias.)

¿No solicitará tu dios dormido,
otra vez, el valioso
oficio de los ángeles?
















Para vivir te basta con muy poco:
el sobrio vaso de agua de una tina
y la comida más frugal-
el mendrugo del pobre,
las gachas miserables del cartujo-,
y una casa sin luz, y una cama de piedra.
            
      Melchor López